Este modelo de restaurantes crece en Estados Unidos y ya tiene en Colombia una versión criolla.
Después de pagar 34.000 pesos por un plato de calentado y un jugo de mandarina en un restaurante bogotano, Juan Abel Gutiérrez decidió emprender una batalla por lo que él llama la “justicia alimentaria”.
“La comida es una burbuja especulativa, no se le está dando el valor real.
El margen de utilidad de algunos restaurantes supera el 150 por ciento. Eso es inflar un precio”, asegura.
Con la idea de ofrecer productos de calidad a precios razonables, Gutiérrez se unió con un grupo de socios para darle vida a SuperCalentaos, un restaurante en el que el cliente decide cuánto pagar después de comer, un modelo similar al que varios locales de Europa y Estados Unidos pusieron en marcha incluso antes del estallido de la crisis económica mundial.
En SuperCalentaos el precio mínimo del plato es de 9.000 pesos, pero si el cliente quedó satisfecho puede pagar 12.000 pesos. “Tenemos unos costos operacionales que debemos cubrir. Con el precio mínimo ni ganamos ni perdemos, con el sugerido sí hay una utilidad de casi 35 por ciento”, afirma.
El cliente también tiene la opción de agrandar su calentado pagando lo que considere.
La porción no aumenta, pero el excedente monetario va a la fundación Tiempo de Juego, que busca alejar de malos hábitos a los jóvenes de Cazucá mediante el fútbol.
La idea del restaurante es pagar, de aquí a dos meses, los refrigerios semanales de esas 400 promesas del deporte.
Según las cifras que maneja Gutiérrez, en los primeros 20 días de operación se vendieron casi 1.100 calentados y sólo dos personas pagaron el precio mínimo: “una porque el jugo salió sin azúcar y otra porque la porción de carne era menor a la publicitada”, explica.
Reconoce, además, que el modelo busca una ganancia que no riñe con la función social que puede llegar a cumplir. “Queremos hacer plata, pero no la queremos hacer tan descaradamente”.
“Así como hay un regulador de las entidades financieras, debería existir una entidad con la misma fuerza para el sector alimentario”, concluye.
PAGAR CON EL TRABAJO
El Same Café en Denver, Estados Unidos, es un caso exitoso del modelo en el que el cliente paga lo que él considera.
El Same Café nació en Denver (EE. UU.) en 2006 y su nombre responde a la sigla So All May Eat (Que todos puedan comer).
Fue creado por los esposos Libby y Brad Birkly, quienes después de ayudar en casas de beneficencias quisieron montar su propio negocio. “La calidad de la comida que ofrecían era bastante mala”, explica Libby.
En el Same Café los clientes pagan lo que ellos consideren , no hay precios fijos, es más, si no tienen dinero puede ‘pagar’ su comida trabajando como voluntarios.
“Las personas que vienen no sólo regresan por la comida, sino porque quieren ayudar a la comunidad”, afirma Libby.
En Estados Unidos hay actualmente 13 restaurantes que utilizan este modelo de negocio. Tomado de http://www.portafolio.co